Los que detestan los transgénicos pueden estar felices, esta vez, la naturaleza, decidió poner las cosas en su lugar.
Recientemente se llevaron un susto, cuyas consecuencias aún se desconocen en su totalidad.
Entre esos menjunjes de transmutar hortalizas, usaron una planta considerada sagrada por los Incas, el amaranto, que se introdujo en plantaciones en Estados Unidos, la dichosa planta acabó con la soja transgénica.
Ya se vieron afectadas cinco mil hectáreas que tuvieron que ser abandonadas, literalmente, el amaranto, pudo más, y liquidó a la soja transgénica.
Todo comenzó en el 2004, cuando un agricultor observó que los brotes de amaranto resistían los herbicidas más poderosos.
Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y Missouri, son los lugares donde el amaranto está estableciendo su reino, liquidando plantaciones completas de cualquier otra siembra.
Sencillamente se ha producido una transferencia de un gen modificado genéticamente para resistir los productos contra insectos, y ahora la plantita tiene todo lo necesario para liquidar a las vecinas, además de los insectos.
Además levantó todas las alertas, porque contradice fundamentos que sostenían los defensores de la técnica transgénica que afirmaban que no había ninguna posibilidad de alterar plantas que no fueran tratadas genéticamente.
La naturaleza simplemente les saca la lengua y aprovecha los mismos recursos inventados por el hombre para dominarla y se vuelve contra el hombre.
Los genetistas afirman que basta que una planta posea una ventaja selectiva, para que domine su entorno y se multiplique, ahora, no hay quién detenga el amarando, considerado mala hierba, los herbicidas no tienen efecto sobre él.
La sorprendente velocidad de adaptación de la planta hace que hasta el momento sea imposible de eliminar, la situación ha hecho que los agricultores volverán al pico y a la pala, ya que hay que arrancarla a mano, con lo cual y visto las dimensiones de cultivos es infructuoso, la planta crece más rápido que lo que se alcanza a sacarla, y encima, mientras más las arrancan, más profundas se arraigan, eso hizo que sencillamente haya que abandonar las tierras, sin posibilidad de sembrarlas.
A raíz de esta situación comenzaron a surgir otros informes, que dan cuenta que ya se había advertido que los cereales modificados se habían ido convirtiendo en plantas salvajes, creando un grano resistente a los herbicidas.
Los defensores, sostenía que eso no era posible, veremos qué dicen ahora que los pruebas se están comiendo campos enteros, aunque nunca hay que subestimar a los necios, ya encontrarán un argumento válido.
Lo que no se explica muy bien, es por qué el amaranto es considerado mala hierba, cuando era el alimento sagrado de los Incas, es más rico en proteínas que la soja y contiene sales minerales, vitamina A y C.
La naturaleza nos hace un favor, no sólo desaloja una planta transgénica, cuya utilidad es siempre dudosa, sino que nos regala con una planta que podría alimentar a la humanidad, una planta fuerte que soporta muchos climas, y vientos, y no tiene problemas de insectos, hongos o enfermedades, de manera que no son necesarios los productos químicos.
Encuentro muy contradictorio el asunto.
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